jueves, 26 de marzo de 2009

CAPÍTULO 5

Enardecida, una vez mas, trepó hasta los resquicios mas altos de conciencia que le quedaban; todo fluía tan raudo que no tenía tiempo de pararse a recordar, a pensar; mas por otra parte, todas sus vidas pasadas jugueteaban con su conciencia, abstracta y asediada, como si quisieran despistarla nuevamente. Cuando por fin logró abrir los ojos y mirar en derredor suyo, los rayos de sol la desplazaron del camastro hundido y desgastado en el que se encontraba para comprobar que se hallaba en un lugar pequeño; sus pies de bailarina, minúsculos y vibrantes, le ofrecían la posibilidad de recorrer los pequeños pasos que distaban hasta la puerta de salida; se encontraba en una caravana, desvencijada, ennegrecida, apocada; disfrazada de colores brillantes para ocultar la pobreza apremiante que lo envolvía todo. Cuando giró su torso desnudo se encontró frente a frente consigo misma en un espejo curvo y desgastado, lleno de bisutería barata, de antifaces y pinturas de todos los colores. Al lado de la puerta, entre la pequeña ventana abierta y una especie de cortina color añil, comprobó que había cientos de telas acumuladas en cientos de colores: tutúes, capas, túnicas..., mezcladas con los enseres mas dispares imaginables: pelucas, escobas coloridas, paraguas..., hasta un pequeño bandoneón que indicaba un color dorado antaño.




Como por arte e instinto, Mati se puso de pie, calzándose unas minúsculas zapatillas violetas desgastadas por el uso, fijó su atención en su imagen e irguiose como si de una diosa griega se tratara; recogió los mechones de pelo que se le escapaban de su caótico y a la vez ordenado recogido, cubrió sus hombros con un jersey de lana parduzco y se dispuso a salir para contemplar el primer sol de la mañana. Frente a ella se levantaba majestuosamente decaída la antigua carpa que había visto a tantos artistas fluir bajo su manto protector, el cual cada vez tenía mas goteras y estaba mas abandonado; el circo estaba decayendo pues con el auje de la industria y eso que tantos en tantas sociedades de rancio abolengo de la vieja Europa se habían empeñado en acuñar como la nueva revolución, no quedaban gentes de ensueño que quisieran mendigar su sustento por caminos y carretas desvencijadas que no daban mas que estertores y dolores de huesos.




A ella le encantaba, era su vida al menos en aquel instante, era consciente de la magia que envolvía toda aquella aura agridulce del circo, era capaz de captar la camaradería de todos los que dormían en las caravanas contiguas, era maravilloso el poder respirar felicidad en la miseria, era feliz... Por un instante que tan solo duró un segundo, Mati cerró los ojos y sintió como los rayos de sol reaccionaban para que no viera la oscuridad completa, ya que sus párpados no eran lo suficientemente gruesos para evitar la profanación de la luz en la oscuridad; percibió como el rocío de la mañana se evaporaba ante la magnificencia del calor del astro rey y este vapor ascendía para encontrarse de nuevo en el cielo convertido en nubes; aprehendió la sensación de ser feliz, tanto que su corazón se hinchó como un globo a punto de estallar y sonrió, sonrió tanto que su rostro deformado no podía volver a su estado cotidiano.




Cuando abrió los ojos, abrumada por tan asombrosa revelación, dirigió sus pasos hasta la caravana contigua a la suya; ésta de un color rojo y llena de remiendos y remaches, estaba decorada con unas letras desgastadas en las que se leía "Circus" rodeadas de azul y plata; en las ventanas, tanto o mas pequeñas todavía de lo que imaginarse puede, asomaban dos pequeñas matas, que ni siquiera plantas, de un color verde parduzco. Cuando Mati llegó a la puerta, giró el pequeño pomo ahumado y entró a una pequeña cocina desordenadamente apacible; era hora de tomar un té, el primero del día, mas no estaba sola, su compañera de trapecio la esperaba con una sonrisa tan inusual como la de ella misma hacía tan solo unos instantes; el humo de un cigarrillo y el vapor humeante del herbor del agua eran los únicos restos móviles que recordaban la cotidianeidad del momento, esa vuelta a la realidad, ese giro voraz que le trajo a la mente la abocación al fracaso del mundo en el que se movía... cada vez quedaban menos, pronto no quedaría ninguno.


Aun sin haber estado allí, Mati pudo recordar que tan solo dos días antes Jhon, "el forzudo" y su familia, la linda Clarice y sus pequeños Adrian y Luc, habían optado por dejarlos después de mas de siete años; ya no podían más. Los suburbios de las ciudades que acogían la descolorida carpa, ya no se llenaban de niños ansiosos y de padres arrastrados por éstos, como si de paseadores de perritos se tratara. Ahora, la revolución industrial mantenía ocupados a todos mas tiempo y a los niños, los dejaba mas solos; ahora ya no había tiempo para el circo, ya no había tiempo de sueños y sorpresas, ya no.

sábado, 14 de marzo de 2009

CAPÍTULO 4

Venecia había sido construida en medio de pantanos e islotes, sus fundadores perseguían así protegerse de las hordas bárbaras. De eso hacía ya mucho tiempo, ahora era una espléndida urbe, floreciente e independiente. A cada paso se erigía un palacete más fastuoso que el anterior, era la Venecia de los grandes comerciantes, era la Venecia de los cuatrocientos puentes.

Allí las calles de tierra no existían, todo era canales comunicados entre si, con puentes por doquier. Las negras góndolas iban y venían con pasajeros o mercancías, en Venecia se podía comprar lo que se quisiera por muy lejano que estuviera su lugar de origen.

Las fiestas privadas en Venecia sólo eran comparables con las ofrecidas por o para los reyes europeos. Destacaba sobre todo el Carnaval, fiesta que coincidía con el cobro de impuestos, entre otros motivos porque los cobradores no podían identificar a los comerciantes que debían satisfacer las tasas debidas, nadie podía exigir a un enmascarado mostrar su faz; escarceos amorosos entre los disfrazados se sucedían tras cualquier columnata; venganzas personales al amparo de la impunidad que otorgaban las máscaras; y diversión, mucha diversión y elegancia era lo que representaba el Carnaval para los venecianos de la época.

Venecia no era el lugar más adecuado para ser huérfano, allí sólo existían dos salidas para los abandonados, repudiados o desgraciados; la prostitución o el trabajo de sol a sol en algún buque mercante. Por ello Mati cuidaba mucho no ser descubierta, procuraba que nadie supiera que estaba sola en este mundo. Su palacete era de los más bellos de Venecia, de tres alturas y con un canal privado que llegaba hasta su interior. Su interior estaba repleto de obras de arte, de gran valor todas y por ello eran siempre la comidilla de toda la ciudad pues sus moradores apenas se dejaban ver en público y en las contadas ocasiones en las que lo lo hacían se limitaban a pasear por los canales en su suntuosa góndola, sólo su hija, Mati, parecía vivir allí constantemente. Ella era un chica de gran belleza interior, inteligente, adinerada como la que más y por lo tanto muy pretendida por los señores casaderos. Sin embargo estaba siempre sumergida en el trabajo, dando órdenes a los empleados para que compraran o vendieran esto o lo otro, órdenes que supuestamente recibía de su padre a través de cartas enviadas desde los más recónditos lugares del mundo, de hecho algunas tardaban meses y meses en llegar. Si supieran sus vecinos que estaba sola en aquel mundo...

Al despertar supo enseguida dónde estaba, toda la habitación había sido decorada con frescos extraordinarios, hasta el techo evocaba el cielo nocturno de manera fidedigna. Recordó algo y rápidamente abrió la bolsa, en cuanto lo vio supo lo que era, un papel en el cual había sido dibujada una máscara de carnaval, tal vez aquello le advirtiera de algún peligro o fuera una pista a seguir. Fuera lo que fuese decidió no atormentarse con aquel enigma, de hecho pudiera ser que pasaran años hasta que tuviera algún sentido.

Oyó la música de fondo, provenía de abajo, era rítmica y melódica y un nombre le vino a la mente. Angelus Domine. Salió bruscamente de su desayuno musical cuando tocaron a la puerta y entraron dos sirvientas. Una descorrió totalmente las cortinas de seda azul que cubría los cuatro ventanales, la luz invadió la gran estancia, Mati no pudo sino sonreír, era como si también la luz hubiera llegado a aquellas pinturas. La otra sirvienta empapó una toalla en agua y aseó a Mati que se dejaba mimar y cuidar. Sería un agradable día.

domingo, 1 de marzo de 2009

CAPÍTULO 3

El sonido estentóreo, procedente de no sabía dónde, la despertó. No era capaz de discernir si era de noche o es que simplemente estaba oscuro, sí percibía que la luz invadía poco a poco el lugar. en el que se encontraba. La luz y la tele... ¡ya recordaba donde estaba!

"Canal Radio Retro le da los buenos días Mati", al escuchar tan peculiar saludo no pudo evitar sonreir, consideraba la televisión personalizada como un gran invento; "Son las once horas ante meridiem de un bonito día soleado. Hoy se cumplen ciento cincuenta años desde que se erradicara el uso de combustibles fósiles en todo el planeta. Ya sabes, hoy es miércoles 25 de Abril del año 2377".

No tenía frío pues la calefacción se auto-regulaba según su temperatura corporal; ahora la caldera trabajaba a máxima potencia. Se incorporó llena de vitalidad y dijo "noticias", la orden surtió efecto y se formó un holograma que mostraba imágenes allá donde ella mirara, visualizaba las noticias. Sabía que cuando saliera de la ducha tendría el desayuno preparado, café y tostadas, pues el ordenador central así lo tenía programado. La decoración del pequeño apartamento era minimalista pero los elementos decorativos eran antiquísimos, el conjunto decía mucho de la persona que allí habitaba si se era buen observador.

"18 litros" informó el mando digital que controlaba todos los elementos de la ducha, elementos como la música, la luz de diferentes colores que podía emitir, la temperatura del agua y sobre todo que no se pudiera exceder ni en una gota de agua de la cuota asignada para ese día. Mientras se duchaba recordó que en otro lugar, en otro tiempo, existía la posibilidad de bañarse; en el presente eso era un lujo del pasado que a nadie le estaba permitido en sus viviendas particulares. Con una población mundial de más de veinticinco mil millones de personas había que controlar todos y cada uno de los recursos disponibles del planeta.

Desayunó tranquilamente, viendo en la tele holográfica el documental en el que se explicaba como se estaba desarrollando el comienzo de la colonización de Marte. Miró, pensativa, hacia una de las paredes, era increíble, el ser humano era increíble y le parecía que no tenía límites. "Vistas" ordenó al ordenador central el cual convirtió la pared en un gran ventanal, en realidad era un cristal que mediante líquidos interiores podía ser opaco, translúcido o transparente, además de poder visualizarse sobre él cualquier imagen posible; la taza de café con leche esperaba ser utilizada por ultima vez ese día, apenas quedaba un sorbo de líquido en su interior, pero Mati la contuvo apoyada en los labios, acababa de recordar que vivía en la planta doscientas cincuenta y seis y lo que vio le dejó perpleja. Miles de enormes edificios se veían por doquier, algunos parecían no tener fin, pero lo que más le fascinó era ver que las nubes quedaban a veinte metros por debajo de la altura de su piso. ¿Cómo serían las vistas por la noche?

Cuando bajó a la calle paseó tranquilamente por espacio de dos horas, era curioso ver que la gente se trasladaba de un sitio a otro en triciclos a pedales, la gente hablaba en voz baja y no se oían ruidos, todo era silencio. El ruido quedaba a cincuenta metros por debajo del nivel del suelo, donde el metro y lo coches eléctricos eran los dueños, la superficie estaba limitada a los peatones y a todo vehículo que no se propulsara mediante motor ni vela. Todo estaba iluminado a pesar de ser de día porque los enormes edificios provocaban que la sombra lo cubriera todo.

Cansada ya de pasear por la infinita urbe se dirigió al centro de masajes. Una vez allí fue recibida muy atentamente, no en vano era socia e iba cada dos días a utilizar los servicios que se procuraban allí. La condujeron a la biblioteca, era un lugar muy amplio, los techos estaban a seis metros de altura y la vegetación estaba por todas partes, flores, árboles, arbustos..., enseguida supo cuál era su sitio habitual y hacia allí se dirigió. Se sentó en el amplio sofá y un empleado le trajo los últimos libros que había estado hojeando: "Viajeros del tiempo" y "Espacio-tiempo", eran novelas de ciencia ficción. Un pájaro captó su atención, revoloteaba de un árbol a otro, descansaba en una rama, trinaba durante un momento antes de emprender el vuelo hacia un nuevo destino; nunca antes había visto un pájaro tan bonito y menos aún un pájaro que parecía tener interferencias pues a veces se difuminaba, ¿sería una imagen holográfica?